martes, 9 de marzo de 2010

VENEZUELA. Policía nacional trabajaba como taxista cuando lo mataron

El funcionario es el noveno policía asesinado en lo que va de 2010

La policía presume que los asesinos se hicieron pasar por pasajeros para robar al efectivo y este se defendió (Fernando Sánchez)


Cada día, cuando Eduardo Godoy, de 34 años, ya estaba por salir de su trabajo en la sede de la Policía Nacional en Catia tenía por costumbre quitarse el uniforme, abordar su carro -un Toyota Corolla Ávila blanco-, y salir a la calle. Así lo hizo la noche de este domingo, pero al parecer antes de ir a su casa en La Guaira decidió hacer unas "carreras" como taxista para ganar un dinero extra.

Poco después de haber salido de su trabajo, Godoy fue hallado muerto en el paseo Colón, con un tiro en el intercostal izquierdo, junto a él estaba su arma, una pistola 9mm. Los delincuentes se llevaron el carro, que fue abandonado horas después en La Urbina.

Efectivos de Policía de Miranda localizaron el auto, placas YEW-497, entre las calles 1 y 2. Según Polimiranda, el carro tenía varios impactos de bala en los vidrios de las puertas traseras y en el capó, tenía un cartel de taxi, y cuando ellos verificaron en el sistema confirmaron una solicitud por robo.

Aunque algunas personas en situación de calle que suelen deambular por el paseo Colón dicen haber visto a unos motorizados interceptar a Godoy, las investigaciones que adelanta el Cicpc indican que Godoy habría recogido a uno o dos pasajeros para hacerles una carrera y al tratar de robar al efectivo, él se quiso defender.

La policía presume que los asesinos habrían huido a algún sector de Petare.

La esposa del efectivo, Lilisbeth Villegas, explicó que él tenía quince años en la Policía Metropolitana y había ascendido hasta cabo I, pero cuando lo transfirieron a la Policía Nacional lo ascendieron a cabo II. En la nueva policía trabajaba en el Control de Operaciones Policiales. En la Metropolitana la mayor parte de su tiempo estuvo en Cotiza.

Vivía con su esposa en la calle Urdaneta de Santa Eduvigis, en La Guaira. Además dejó un hijo de siete años. Dice que él siempre tuvo una moto y nunca lo robaron ni lo habían herido, ni siquiera en servicio.

Pero hace cuatro meses que compró el carro y su compañera comentó: "Y pasa esto".

Ella reclamó que, como su esposo, nadie está seguro pues ni los policías escapan a la inseguridad, a pesar del trabajo que realizan.

Laura Dávila Truelo
EL UNIVERSAL

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