viernes, 24 de abril de 2009

VENEZUELA. "Aquí no hay derechos humanos"


Cuatro de sus hijos han sido asesinados, dos de ellos a manos de la policía

La policía ha argumentado en su defensa que los Brito murieron en enfrentamiento, pero uno de ellos tenía tres tiros en la espalda (Cortesía)

Después de que le mataran a cuatro de sus hijos, ya Faridis Brito siente que no tiene nada que temer. Dos de sus muchachos murieron a manos de la Policía de El Tigre en Anzoátegui y dos más fueron asesinados por delincuentes que ella asegura están vinculados con la policía. Sólo le quedan cuatro hijos: dos hembras, dos varones y, como ella dice, una moto.

Pero ninguno de los cuatro casos ha tenido respuesta ante la justicia y, más aún, algunos de los responsables siguen en la calle en total libertad.

Jesús José Brito tenía 16 años cuando el 29 de septiembre del 2000 salió una mañana de su casa. Por esos días, cuenta su mamá, andaba enamorado de una muchacha en el callejón Marruecos, en una zona del mismo sector Casco Viejo, donde él vivía con su familia.

Faridis dice que no sabe qué fue lo que ocurrió, pero lo que sí confirmaron hasta los testigos es que el principal responsable de la muerte fue el director de la brigada motorizada de El Tigre, Joel Toledo.

En este caso, Brito asegura que las actas de lo que ocurrió fueron forjadas, pues se mencionaba como implicados en el caso a otros funcionarios de la policía municipal, pero ella fue testigo cuando el día antes de la muerte de su hijo, Toledo lo amenazó de muerte.

Más muertes y sin justicia Pero en el caso de Jesús José no hubo ningún juicio y sí una serie repetida de amenazas y ataques contra los testigos de la muerte del muchacho. Además, según el relato de Faridis Brito, fue cuando comenzaron a decir que matarían al siguiente de sus hijos, quien tenía 14 años, y también a ella misma.

El 22 de enero de 2003, Sabah de Jesús Brito, que ya tenía 17 años, salió de su casa con su hermanito menor a hacer un mandado para su mamá. Poco rato después, ella escuchó el inicio de un tiroteo y los vecinos le advirtieron que se trataba de su hijo. Ella tomó su moto y se fue hasta donde estaba la policía.

Habló con el comisario de la policía municipal, que estaba en el lugar y él le aseguró que perseguían a un malandro, pero los vecinos insistían en que era el hijo de Faridis.

El muchacho, quien sabía de las amenazas, se había metido en una casa vecina bajo una cama. Los testigos relataron que la policía entró y encerró a la dueña de la residencia en un baño y luego le dispararon al joven bajo la cama. Tres tiros recibió el muchacho, quien fue sacado por los funcionarios envuelto en una cortina de la casa. A pesar de que lo llevaron al hospital, falleció.

Pese a los disparos en la espalda la policía argumentó que se trató de un enfrentamiento. La mamá del joven cuenta que el funcionario que disparó era de apellido Bastardo.

Tras esta muerte y otras similares de jóvenes de la zona, la comunidad se reunió y recogió firmas y lograron que el efectivo fuera expulsado de la policía.

Pero Bastardo siguió las amenazas contra la familia, al igual que un efectivo del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas de apellido Maita, que aseguraba que mataría a otro de los hijos de Faridis, Rafael Antonio Varela Brito, de 27 años, porque él había sido testigo de un homicidio en el que estaba implicado un amigo de Maita.

Faridis recuerda que él funcionario le había dicho: "Vele comprando la urna a tu hijo, que te lo voy a matar".

El 5 de mayo de 2007 Rafael había regresado de hacer unas gestiones en la Fiscalía, pues uno de los policías que los amenazaba les había quitado la moto y le aseguró a su mamá que se la iban a devolver. El joven salió de su casa y a pocas cuadras Leixi Alexander Silva, un delincuente de la zona, le disparó. Faridis recuerda que a los minutos llegó Maita.

Tampoco en este caso hubo un juicio y Maita siguió las amenazas, incluso en una ocasión persiguió hasta la puerta de la casa a Numas de Jesús Hernández Brito, el cuarto de los hijos de Faridis, quien fue asesinado.

Pero Numas murió el 2 de diciembre de 2007 frente a la casa del partido Podemos en El Tigre, cuando él y otros motorizados esperaban el resultado de las elecciones del referendo y un sujeto les disparó.

Faridis dice que ella ha visto a Maita con el suegro del asesino de Numas.

Policías en la calle En el proceso de que se haga justicia ella ha contado con la ayuda de Cofavic. Durante un tiempo los casos de sus hijos estuvieron en manos de la fiscal séptima nacional en materia de Derechos Humanos, pero ahora el único caso que espera juicio es el de Numas, cuya primera audiencia será el 8 de mayo.

Aun así, Faridis dice que Mariel Salazar, la fiscal que lleva el caso y la misma que trabajó las muerte de su primer hijo ni siquiera ha leído el expediente, y tampoco se ha mostrado interesada en hablar con la familia.

Más grave aún es que Joel Toledo, quien fue destituido de la policía de El Tigre y detenido el año pasado por la muerte del funcionario del Cicpc, Víctor Palmar, fue puesto en libertad y retornó a las filas de la Policía. Además Maita, quien tiene años expulsado del Cicpc, en los últimos meses también ingresó a la policía municipal.

Faridis sigue luchando porque le hagan justicia, pero sigue amenazada y dice: "A mí los policías me mataron a mis hijos, aquí no hay derechos humanos, estamos peor que nunca. Cuál depuración hay en la policía, no hay ninguna seguridad".

Faridis ha optado por encerrarse temprano en su casa, aunque teme por la seguridad de su hijo menor que tiene 21 años, pero dice que como vive junto al Cicpc, allí hay funcionarios amigos que los cuidan, sólo con ellos siente que puede contar.


Laura Dávila Truelo
EL UNIVERSAL

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