sábado, 27 de marzo de 2010

VENEZUELA. En la morgue piden a familiares hasta una aguja para suturar


Se quejan por falta de insumos y de personal y por sueldos miserables

Los familiares, en medio de su espera, se asoman hacia la sala de autopsias cada tanto, como si así agilizaran el proceso (Fernando Sánchez)


El sábado pasado, en la morgue de Bello Monte, cuando ya por fin le entregaban el cuerpo de su hermano a Yackeline Martínez, ella recordaba que desde el viernes en la mañana esperaba por la autopsia. La única patóloga que llegó ese día dijo que solo haría cuatro y no más. El cuerpo de Luis Antonio Martínez Lozano, de 35 años, era el número cinco, por eso se quedó para el lote del sábado.

Pero con el de Luis Antonio llegó otro cadáver, también remitido de Guarenas. A los familiares de ese fallecido, cuyos nombres ella no recordaba, les pidieron conseguir una aguja especial para suturar el cuerpo y no entregarlo abierto. Lo hicieron, según recordó Yackeline, porque la dotación en la medicatura no era suficiente y esa tarde ese necesario implemento se había agotado.

Según explicaron trabajadores de la medicatura, quienes a cambio de la información negociaron mantener su nombre anónimo, les hace falta pabilo para suturar, agujas, porque se acaban o se oxidan; monos quirúrgicos para poderlos cambiar a diario, guantes y hojas de bisturí. También hace falta jabón desinfectante para los pisos. Eso sin contar hojas y tinta para las impresoras.

Profesionales ausentes

Pero la falta de insumos no es el único problema que atraviesa la morgue de Bello Monte. También la ausencia de personal. Hay un déficit, según reveló una fuente, de 65% aproximadamente.

Hoy son seis (más uno que está de reposo) los patólogos que hacen el trabajo que, apretados, deberían hacer 12 y un poco más holgados, 18.

Uno de los que allí trabajan dice que no es mucho lo que ha cambiado pese a las denuncias hechas en prensa. En cada uno de los tres turnos diarios hay dos patólogos de guardia, a veces solo uno. Y para que la situación sea óptima deberían ser seis. Y los técnicos asistentes son cuatro en cada guardia del día. Pero solo hay tres al día.

Cada semana la medicatura recibe un promedio de 100 cuerpos. La mayoría caídos a tiros y los demás por alguna razón que tildan de violenta: asfixia, accidentes de tránsito, caídas.

Durante los fines de semana la situación puede colapsar. Y los familiares esperan más de 24 horas para que les entreguen el cuerpo de su difunto.

El grueso de esos 100 ingresos llegan desde el viernes en la mañana hasta las 8:00 a.m. del lunes. Y aunque las camillas en la sala de autopsias no son suficientes y muchos de los cuerpos esperan ensangrentados, uno sobre el otro, en el piso, solo un patólogo llega a cumplir la guardia el sábado y otro el domingo. No más. Los seis se turnan por orden alfabético según su apellido.

Otros déficit

Pero además faltan cinco médicos forenses, unas nueve transcriptoras para dar resultados a tiempo, cinco enfermeras más.

Aunque parezca reiterativo, aún falta que contraten cuatro odontólogos y cuatro antropólogos, dos psicólogos, dos psiquiatras, dos neurólogos, dos expertos en histología y cuatro técnicos radiólogos.

Otro de los empleados de la medicatura asegura que los que hoy llenan la nómina lo hacen porque les apasiona lo que hacen, no por la remuneración.

Un patólogo, que es un médico con por lo menos dos especializaciones, recibe en la medicatura forense unos 1.600 o 2.000 bolívares al mes, según sea su experiencia. Ese, al parecer, es el techo.

"Nadie quiere trabajar en este sitio. Los pocos, poquísimos, que se especializan en esto prefieren entrar a las plazas que se abren en los institutos privados", argumenta.

Mientras eso ocurre, dolientes como Yackeline o como los que llegaron con ella desde la localidad de Guarenas aquel viernes tienen que ajustarse a lo que hay y a lo que no.

María Isoliett Iglesias
EL UNIVERSAL

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