Homicidas del agente eran miembros de una banda de ladrones de motos
El agente de la Policía Metropolitana, Víctor José Gómez, asesinado la mañana del lunes en Catia, fue sepultado con un traje amarillo, porque el día de su muerte iba a ser coronado en un ritual santero categoría de Oshúm.
El uniformado de 24 años fue despojado de doce mil bolívares fuertes, dinero con el cual pretendía cancelar los gastos de la ceremonia. A las 6 de la mañana salió de su casa situada en el sector El Amparo, pero cuando se desplazaba por la avenida Circunvalación, cuatro delincuentes en dos motos lo interceptaron. Iba acompañado de un vecino y padrino en la santería.
El testigo piensa que los ladrones observaron el intercambio de billetes y decidieron asaltarlos. El dinero se extravió aunque sólo recuperaron cinco collares. El uniformado hirió a un azote identificado como Jhon Manuel Rodríguez Zambrano (20), apodado "Veneno" quien fue luego abatido en el Hospital de Los Magallanes de Catia. Minutos después sus colegas le dieron alcance a José Alejandro Ojeda López (18), alias "Ojón".
El agente recibió un disparo en el corazón. Ayer fue velado en la funeraria Las Fuentes de El Paraíso junto a otro santero. Sus familiares confirmaron que era un Iyabó y que ese día debería ser ungido a la categoría de Oshúm. Planificaba una fiesta para conmemorar la ocasión.
Azotes de Las Veredas
Carelia Briceño, madre del funcionario, es enfermera del hospital de Los Magallanes de Catia. Se encuentra de reposo médico desde hace un año luego que su menor hijo falleciera por dengue hemorrágico. Alias "Veneno" es nieto de una ascensorista del mismo centro asistencial. Ambos murieron en el hospital de sus parientes. Un tercer delincuente que ingresó al hospital con el propósito de rescatar a su cómplice logró huir tras subir al sexto piso. Las autoridades piensan que desapareció gracias a complicidad interna.
Trascendió que los delincuentes muertos eran azotes que robaban motos en las veredas 8, 13 y 41 de la Avenida el Cuartel de Catia aunque se ocultaban en el sector El Tanque. La policía realiza esfuerzos para detener a otros dos antisociales que lograron huir.
El agente estudiaba quinto semestre de administración, mención Banca y Finanzas en el Instituto Universitario de Tecnología de Administración Industrial (IUTA). Dejó huérfanos a una niña de cuatro años y a un varón de un año. Sus familiares coinciden en señalar que en ocasiones le imploraban que abandonara la policía, pero respondía que necesitaba levantar a sus hijos. A su madre le devolvieron su chapa y una cartera Montblanc de color blanco.
Sus compañeros de religión tocaron tambores para despedirlo. Partieron en el suelo un recipiente de barro como al agente una bala le partió el corazón.
El uniformado de 24 años fue despojado de doce mil bolívares fuertes, dinero con el cual pretendía cancelar los gastos de la ceremonia. A las 6 de la mañana salió de su casa situada en el sector El Amparo, pero cuando se desplazaba por la avenida Circunvalación, cuatro delincuentes en dos motos lo interceptaron. Iba acompañado de un vecino y padrino en la santería.
El testigo piensa que los ladrones observaron el intercambio de billetes y decidieron asaltarlos. El dinero se extravió aunque sólo recuperaron cinco collares. El uniformado hirió a un azote identificado como Jhon Manuel Rodríguez Zambrano (20), apodado "Veneno" quien fue luego abatido en el Hospital de Los Magallanes de Catia. Minutos después sus colegas le dieron alcance a José Alejandro Ojeda López (18), alias "Ojón".
El agente recibió un disparo en el corazón. Ayer fue velado en la funeraria Las Fuentes de El Paraíso junto a otro santero. Sus familiares confirmaron que era un Iyabó y que ese día debería ser ungido a la categoría de Oshúm. Planificaba una fiesta para conmemorar la ocasión.
Azotes de Las Veredas
Carelia Briceño, madre del funcionario, es enfermera del hospital de Los Magallanes de Catia. Se encuentra de reposo médico desde hace un año luego que su menor hijo falleciera por dengue hemorrágico. Alias "Veneno" es nieto de una ascensorista del mismo centro asistencial. Ambos murieron en el hospital de sus parientes. Un tercer delincuente que ingresó al hospital con el propósito de rescatar a su cómplice logró huir tras subir al sexto piso. Las autoridades piensan que desapareció gracias a complicidad interna.
Trascendió que los delincuentes muertos eran azotes que robaban motos en las veredas 8, 13 y 41 de la Avenida el Cuartel de Catia aunque se ocultaban en el sector El Tanque. La policía realiza esfuerzos para detener a otros dos antisociales que lograron huir.
El agente estudiaba quinto semestre de administración, mención Banca y Finanzas en el Instituto Universitario de Tecnología de Administración Industrial (IUTA). Dejó huérfanos a una niña de cuatro años y a un varón de un año. Sus familiares coinciden en señalar que en ocasiones le imploraban que abandonara la policía, pero respondía que necesitaba levantar a sus hijos. A su madre le devolvieron su chapa y una cartera Montblanc de color blanco.
Sus compañeros de religión tocaron tambores para despedirlo. Partieron en el suelo un recipiente de barro como al agente una bala le partió el corazón.
Gustavo Rodríguez
EL UNIVERSAL
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