miércoles, 7 de octubre de 2009

MÉXICO. Narcoguerra no encuentra límites: masacre de adictos aterra a juarenses


A 86 días de que termine el año, la cifra de muertos vinculados a la delincuencia organizada es superior a la registrada en todo 2008, que es de 5 mil 630, de acuerdo con el recuento de EL UNIVERSAL. Según las cifras, hay 20.18 asesinatos diarios en promedio. A continuación se reproducen seis acontecimientos de los momentos más significativos de la lucha entre los cárteles de la droga por la disputa de plazas

Narcoguerra no encuentra límites: masacre de adictos aterra a juarenses
ABOGADA DE NARCOTRAFICANTES. El 9 de agosto fue asesinada Silvia Raquenel Villanueva Fraustro, quien se había salvado de cuatro atentados, en un mercado del centro de Monterrey (Foto: EMILIO VÁSQUEZARCHIVO EL UNIVERSAL )

Redacción
El Universal


CHIHUAHUA, Chih.— Eran las 19:25 horas del 2 de septiembre. Las calles de la colonia Bellavista poco a poco se quedaron vacías, los vecinos conocen que la oscuridad es sinónimo de peligro en ese sector de Ciudad Juárez.

En una vieja casa en Uranio número 1243, entre las calles Dalias y Violetas, un grupo de adictos en rehabilitación se concentraba para el pase de lista.

Como cada tarde, los encargados de Casa El Aliviane, AC, verificaban que estuvieran todos los internos; el momento se aprovechaba para realizar una oración y algunos ejercicios de la terapia motivacional para dejar las adicciones.

A unos metros de distancia las cocineras del Centro Comunitario preparaban la cena para los indigentes y en las viviendas cercanas algunas familias veían televisión. Tres balazos rompieron abruptamente la calma. Fueron sólo el preámbulo, luego comenzaron incesantes ráfagas de metralla. La gente corría en las calles sin saber dónde refugiarse, en las casas todos asustados se tiraban al suelo.

Unos dos minutos después regresó el silencio, suspendido por el rechinido de unas llantas: dos vehículos se alejaban a toda velocidad. Nadie sabía lo que había ocurrido, alguien se asomó por la puerta principal de El Aliviane y pudo ver una escena dantesca: más de 20 personas apiladas, bañadas en sangre.

Al día siguiente, los sobrevivientes narraron a las autoridades lo ocurrido.

Entre seis y siete sicarios ingresaron al centro de rehabilitación, junto a la puerta a mano izquierda se localiza la oficina, de ahí sacaron a dos personas. Revisaron el dormitorio que está al otro costado del pasillo, estaba vacío. Con sus armas cruzaron el patio central hasta el fondo, donde estaban los internos en la sala de juntas. Los encañonaron y obligaron a salir y formarse a lo largo del pasillo que divide la sala del dormitorio grande.

Los más de 20 internos y personal quedaron frente a los sicarios, quienes con sus rifles de asalto les ordenaron hincarse.

Con las rodillas en el suelo y las manos en la espalda recibieron las ráfagas de las armas Ak-47. Ahí mismo 16 hombres perdieron la vida y otros tres quedaron lesionados. Dos de ellos morirían horas después.

Pasaron unos 15 minutos para que llegara la policía municipal y después las ambulancias que atendieron a los heridos, y partieron a los hospitales escoltados por militares ante el miedo de los paramédicos de ser atacados.

Para las 21:00 horas decenas de soldados, agentes federales, policías y peritos pasaban por la vieja cornisa estilo árabe que adorna la derrumbada fachada de la Casa El Aliviane. Sobre la banqueta quedaron cientos de huellas de sangre.

Muchos vecinos de Bellavista dejaron sus casas, al menos por unos días; el miedo se convirtió en el común denominador.
Área peligrosa
Esa zona de Juárez ha sido escenario tan sólo este año de alrededor de 25 ejecuciones, 15 homicidios por riñas entre pandillas, seis asesinatos en asaltos, varias muertes por sobredosis en la vía pública y se han “reventado” unas cinco casas de seguridad de bandas criminales.

Entre los muertos había dos menores de edad, casi todos eran ex integrantes de la pandilla Los Aztecas, que trabaja para el cártel de Juárez. El 24 de septiembre fueron capturados cinco de los sicarios que participaron en la múltiple ejecución, declararon que trabajaban para la organización Gente Nueva, brazo ejecutor del cártel de Sinaloa.

El crimen se debió a la disputa que ambas organizaciones tienen por el control de la venta de drogas en esta frontera.

Según fuentes de la Procuraduría de Justicia, El Aliviane era un centro de venta de heroína

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