domingo, 25 de octubre de 2009

ARGENTINA. Cuando el ex novio se vuelve asesino


El martes 13 de este mes, un ex policía mató a su ex novia y se suicidó. Este año hubo otros dos casos similares. ¿En qué momento un hombre celoso muta en homicida? Todo indica que es un proceso. Opinan especialistas.

Cuando el ex novio se vuelve asesino
Fabiana Chaparro (16)

El pasado martes 13, en el asentamiento Escorihuela de ciudad, un ex policía llamado Walter Morales (45) mató a su ex pareja, Sandra Sala (37) a golpes; después de eso, el otrora uniformado se ahorcó. Pero este no fue el único caso similar ocurrido en la provincia durante este año: el lunes 14 de setiembre, el ex gendarme Jorge Bonetto (52) asesinó a tiros desde su auto a su ex pareja, la contadora Valeria Fontagnol (33), quien también iba en su auto por el Acceso Este a la altura del hipermercado Carrefour.

El 4 de marzo, un mecánico Gerardo Morales (21) se tiraba bajo las ruedas de un camión en la rotonda de Maza y Palma de Maipú; ¿porqué hizo una cosa así Morales? Porque la noche anterior había incinerado a su ex, Fabiana Chaparro (16), cuando la dejó encerrada en su auto y luego prendió fuego todo: vehículo y ex.

Los tres sucesos guardan elementos en común: en todos, los asesinos habían sido pareja de las víctimas; en todos, las víctimas los habían dejado; en todos, los matadores eran hombres celosos. Dos de los tres casos terminaron con el victimario suicidado (en el caso del gendarme, el hombre se entregó de inmediato y por sus propios medios). El dato más sensible: los tres hombres contaban con antecedentes violentos en perjuicio de sus ex.

Por su parte, la prensa y hasta la propia policía, se apuraron en enmarcar a los hechos en "casos pasionales", a la hora de explicar los móviles de los crímenes. "Acá no hubo violaciones, robos ni nada que tenga que ver con la inseguridad propiamente dicha; son relaciones personales que se fueron desgastando y que terminaron de este modo", es la manera de razonar de cualquier efectivo de Homicidios a la hora de explicar el encuadre.

Para gran parte del periodismo, por una cuestión de orden editorial -y hasta de pereza- en más sencillo titular que cuando una pareja o ex pareja termina con uno de sus integrantes muertos, el crimen es "pasional".

De todos modos, desde hace más de una década e impulsado principalmente desde España (uno de los países con mayores problemas con este tema), la idea de dejar de lado el término "pasional" para hablar directamente de "violencia de género" ha ganado espacio.

Sucede que las estadísticas de Amnistía Internacional, indican que en más del 90 por ciento de este tipo de homicidios las víctimas son mujeres y que en el 90 por ciento de esos crímenes, hay antecedentes de algún tipo de violencia por parte del asesino.

Los celos, la semilla

Los tres casos mortales graficados en esta página, tienen en común a lo celosos que fueron los novios de las víctimas desde un principio de la relación. Después los celos derivaron en tragedias irreversibles: de los seis protagonistas de estos casos, cinco están muertos.

Para la casi socióloga y coordinadora de la agrupación feminista Colectivo Juana Azurduy, Silvina Anfuso (29), "el asunto parte de una equivocación al querer hacer pasar al problema como algo de la intimidad de la pareja, como algo de la individualidad; cuando en verdad es un problema social: la violencia de género. También es cultural: hay hombres que tienen una idea de la mujer muy arcaica y conviven con que eso de que la mujer es su posesión y que debe obedecerle. Cuando eso no pasa, se produce la crisis".

Desde otro lado, el comisario Héctor Barroso, al frente de la División Homicidios de la Policía local y con 13 años de experiencia de calle, opina que en este tipo de casos no es mucho lo que se puede hacer en cuanto a la prevención ya que "si, por ejemplo, la Justicia ha ordenado que el hombre no se acerque a la casa de su ex, puede que él se la encuentre por la calle y allí la mate; son personas que no están privadas de la libertad y no se les puede poner un policía a cada hombre celoso que anda por ahí. Incluso, algunos hechos se cometen en las mismas casas".

Laura Chazarreta (32), otra integrante de Juana Azurduy, opina en la misma sintonía que su amiga Anfuso. "Los celos, que en un principio pueden verse como detalles amorosos de parte de un hombre, no son más que la semilla de una idea de posesión que se refleja, tarde o temprano, en la violencia económica, social y sexual en contra de la mujer. Hay que estar atentas a esas falsas manifestaciones de amor".

El comisario Barroso, redondea la idea desde su visión policial: "es innegable una gran dosis de machismo en estos casos. No muchos hombres soportan el escarnio de ver a su ex con otro: reciben burlas de sus pares y ven a su idea de hombría mancillada. Son casos de un segundo: en un rato el hombre mata a su mujer y no sólo deja a niños sin madre y sin padre (si el asesino tuvo hijos con su víctima) sino que él mismo se arruina la vida porque lo que le espera es la cárcel. Luego tiene muchos años para arrepentirse pero ya es tarde".

Advertencias

Según especialistas, los varones con tendencia a ser celosos enfermizos y proclives a convertir la vida de su mujer en un suplicio, dejan mensajes. Chazarreta enumera algunos: "Uno de ellos es el aislamiento al que someten a la mujeres, como por ejemplo 'no me gusta que vayas a lo de tu mamá'; otro es los cuestionamientos con la ropa: 'no te vistas así; parecés una cualquiera' y muchos más que dan la pauta".

A modo de advertencia final queda un caso concreto de los tres ejemplos citados en este artículo. En el caso del gendarme que mató a su ex que era contadora, se supo por los dichos de testigos que el hombre, cuando se quedó sin trabajo y se quedaba en casa mucho tiempo, comenzó a controlar mucho más la vida social de su mujer.

"Por caso, cuando ella se iba a una entrevista de trabajo, él tomaba el teléfono, hablaba con la gente con la que ella se iba a reunir, y le pedía que no la tomaran", tal como declaró hace poco una de las amigas de la chica muerta por su ex novio celoso.

Por Rolando López
fuente. Diario los Andes

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