lunes, 10 de agosto de 2009

MÉXICO. Asesinada a tiros una abogada mexicana que sobrevivió a cuatro atentados


El cadáver de la abogada, en el centro comercial donde murió. | AP

El cadáver de la abogada, en el centro comercial donde murió. | AP

  • Se la relacionaba con la defensa legal de varios narcotraficantes

Raquenel Villanueva sabía que vivía tiempo prestado desde la primera vez que el crimen organizado atentó contra ella. Esta abogada mexicana de 54 años, nacida en la norteña Monterrey, cobró fama no solo por su defensa de presuntos narcotraficantes, sino por las cuatro veces que había logrado esquivar a la muerte en forma de sicario. A la quinta, la mañana del domingo, se le acabó la suerte.

Nueve de agosto, casi mediodía. Raquenel compra en el mercado Pulga Río, en el centro de la vibrante Monterrey, acompañada por su hija adolescente. Varios sujetos se le acercan. Una ráfaga de AR15, arma de grueso calibre habitual del narcotráfico, impacta contra la abogada. Cae al suelo. Uno de los sicarios se adelanta y le dispara un tiro de gracia para asegurarse de que, esta vez, Raquenel no escapa a la muerte. Huyen. La Policía Ministerial del estado de Nuevo León certifica la muerte y confirma la noticia a los medios.

El primer aviso

Raquenel Villanueva. | EFE

Raquenel Villanueva. | EFE

Once años atrás, Raquenel se había librado de la muerte por primera vez, cuando un artefacto explosivo casero fue lanzado contra su despacho. No estaba allí, y gracias a eso salvó la vida. Dos años más tarde, atrapada en la puerta giratoria del Hotel Imperial de Ciudad de México recibe los disparos de varios sicarios. A su lado, el ex comandante de la Fiscalía Federal Cuauhtémoc Herrera Suástegui, a quien se acusaba de proteger al cártel de Juárez, también resulta herido.

"A mí me queda muy claro que yo debería estar muerta hace nueve años. Por eso creo que Dios tiene un propósito para mí y espero hacer lo correcto", dictó la abogada hace poco, en la última entrevista que se le hizo para sus memorias, que iba a publicar la editorial Random House. Tras el atentado de ayer, cuando algún regiomontano le decía a otro "han matado a Raquenel", todos sabían exactamente a quién se refería y quienes estaban detrás del crimen.

Tres meses después del atentado en el Hotel Imperial, final de agosto de 2000. Tres hombres entre los 25 y los 28 años entran en el despacho de la jurista y descargan sus "plomazos" contra ella. Logran cinco blancos con armas de nueve milímetros. Raquenel vuelve a burlar la muerte.

Última llamada

15 de noviembre de 2001, al mediodía. Raquenel sale de trabajar en los juzgados de Monterrey. Acompañada por los escoltas que le han proporcionado las autoridades, sabiéndola objetivo del crimen organizado, se dirige a abordar su camioneta blindada Gran Cherokee. Entre el tráfico, un Tsuru –automóvil de fabricación asiática muy común en México, especialmente en colores blanco, arena y vino- blanco se acerca y de él bajan dos hombres. A escasa distancia, disparan sus pistolas contra la abogada. Fallan. Raquenel gana por goleada a La Parca, o La Catrina, como le dicen en México. Cuatro a cero.

Hasta este domingo. La Policía Ministerial del estado de Nuevo León no pudo hacer otra cosa salvo certificar su muerte, retirar el cadáver tendido en el suelo del mercado e identificar los casquillos de AR15 desperdigados por el suelo. Sólo queda especular cuál de todos los cárteles está detrás del asesinato.

Un estado codiciado

Nuevo León, una de las potencias económicas de México, hace frontera con EEUU y es, por tanto, una pieza importante por la que se pelean los clanes del narcotráfico para venderle droga al primer consumidor mundial de estupefacientes. En los estados circundantes o no muy lejanos se concentran los cárteles más veteranos y sanguinarios de México. En Tamaulipas, el del Golfo, con su brazo armado Los Zetas; en Chihuahua, el de Juárez; en Baja California, el de Tijuana; en Sinaloa, el de Sinaloa; y por aquí y por allá; los renegados sinaloenses Beltran Leyva, en San Pedro Garza García, municipio contiguo a Monterrey y el más rico del país.

Raquenel tiene aún sus memorias pendientes de publicarse. Quizá con ellas pueda lograr ese "propósito" al que aludía en su última conversación para ellas, antes de que el cañón de un rifle AR15 pusiera fin a su tiempo prestado.

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