domingo, 3 de mayo de 2009

VENEZUELA. Sicariato actuó en muertes de El Paraíso


El muchacho de 16 años que también murió en el hecho nada tenía que ver

El tiro lo alcanzó antes de que le diera tiempo de correr para huirle a los tiros que disparaban en ráfagas. Por eso cayó. Sus dos amigos, los que lo acompañaban, sí pudieron guarecerse detrás de los árboles.

Cuando los dos hombres que empuñaban sus armas automáticas terminaron su encomienda y huyeron, los dos muchachos corrieron hasta la acera donde había quedado el amigo e intentaron reanimarlo, pero el muchacho de 16 años ya esta- ba muerto.

Otros dos sujetos -Raúl Leonardo Cepeda Silva de 26 años y Josmy Rafael Martínez Araujo de 32 años- que estaban frente a una licorería ubicada allí, entre la avenida Washinton y la avenida Páez de El Paraíso, también murieron, y es que contra ellos, al parecer, iba el ataque.

El adolescente sólo caminaba por allí, según relataron los dos amigos y hasta la propia familia a los funcionarios policiales, porque los tres pretendían llegar hasta la avenida Páez para tomar un taxi, pues todos iban para una fiesta.

El muchacho que cayó por equivocación, era hijo único, estudiante ejemplar de cuarto año de un liceo que está ubicado por los predios de Las Fuentes, allí en El Paraíso, muy cerca de donde vivía con sus padres.

Contra los amigos Raúl Leonardo Cepeda Silva y Josmy Rafael Martínez Araujo se encontraron, el sábado 25 de abril, a las 10:15 de la noche en ese expendio de licores, para compartir unos tragos. Estuvieron, según explicaron varios testigos que ya ofrecieron sus declaraciones ante los funcionarios policiales, en ese lugar un rato, conversando, tranquilos...

De pronto, una camioneta, se detuvo. De ella se bajaron dos hombres que también se acercaron hasta donde estaba la licorería. De pronto se ubicaron un poco distanciados de los que serían sus objetivos, desenfundaron sus armas y de inmediato comenzaron a disparar las ráfagas. En ese momento pasaba el adolescente de 16 años que murió con sus amigos que lograron sobrevivir ilesos, y que nada tenían que ver con aquel ataque armado.

Hipótesis Todos murieron de inmediato. No hubo tiempo de llevar a nadie hasta algún centro asistencial. Los funcionarios del Cuerpo de Investigaciones Científicas Penales y Criminalísticas fijaron la escena del crimen y realizaron las diligencias preliminares para comenzar con las averiguaciones.

Se hicieron varias entrevistas. Con esos primeros testimonios, se lograron establecer varias hipótesis. Entre las primeras, figuraba que aquello se trataba de un ajuste de cuentas y que los asesinos dispararon desde un vehículo en marcha.

Días después, y ya con el pefil de cada una de las víctimas en las manos, se logró establecer que el ataque era contra Raúl y Josmy, y que el adolescente nada tenía que ver.

También establecieron que los asesinos, fueron, al parecer, unos sicarios, que llegaron en una camioneta 4-Runner, que se estacionaron, se bajaron, cumplieron con la encomienda y luego huyeron.

Se supo además que ese mismo rústico había pasado varias veces por la zona, como si hubiese monitoreado, desde temprano, la llegada de los dos sujetos que luego asesinaron.

Prontuario Según se pudo conocer, Josmy Rafael Martínez Araujo, de 32 años tenía dos registros policiales. Uno de ellos por homicidio intencional.

Por ese delito, el hombre había pagado parte de su condena. Según se pudod conocer, para el momento del asesinato, ya gozaba del beneficio de destacamento de trabajo. Sólo llegaba en las noches hasta una dependencia del Ministerio de Interior y Justicia en Vargas -donde albergan reclusos que comienzan a reinsertarse- a dormir. Durante el día debía trabajar.

Los funcionarios policiales intentan establecer en qué invertía el tiempo durante el día. Aunque se decía ser comerciante, los policías investigan su presunto liderazgo en el tráfico de droga por los predios de El Guarataro desde hacía tres o cuatro años.

Además era santero y ya había logrado llegar al estatus más alto dentro de la religión: ya era Babalao.

Se supo extraoficialmente que los detectives que adelantan las averiguaciones, investigarán también cómo es que Josmy ese sábado en la noche estaba en la calle tomando con un amigo y no en el albergue donde debía pasar la noche. Presumen que se pudo haber ausentado varias veces. Por eso mandarán un oficio para conocer si hubo o no irregularidades.

De Raúl es poco lo que se pudo conocer. Aunque investigan si pudo estar involucrado en algún tipo de irregularidad, aún no se ha logrado establecer nada en su contra.

Su relación con Josmy al parecer era de tiempo. Pero la familia de Raúl insistió ante los funcionarios policiales que el muchacho de 26 años era sano.

Josmy era su padrino en la religión Yoruba. Ya le había hecho un primer ritual en el que se le ofrece una protección y se le "escribe el futuro en un cuaderno que llaman Itá".

Según justifica los deudos de Raúl, la unión de ambos -de Raúl y Josmy- respondían a la insistencia del muchacho de 26 años en hacerse santero. Josmy sería quien presidiría la ceremonia, y por eso siempre andaban juntos.

Lo único que extrañó a cantidad de funcionarios que también comulgan con la religión Yoruba, fue que ni a Yosmi ni tampoco a Raúl se les reventaron sus protecciones (collares y pulseras), esas que usualmente se rompen cuando la muerte súbita los alcanza sin que alguno de sus santos puedan o deban hacer algo por ellos.

En el caso de Raúl y Josmy, sus collares y pulseras quedaron intactos. Los sacerdotes, aún se preguntan, ¿por qué?.



María Isoliett Iglesias
EL UNIVERSAL

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