Desde 2008 van tres hombres asesinados en Vista Alegre, según Cicpc
Los moradores de la localidad tienen miedo, aseguran que la falta de vigilancia ha ayudado a los delincuentes (Fernando Sánchez)
Lo último que David José Arteaga, de 45 años, pronunció fue una frase desesperada que clamaba por su vida: "¡No me mates!, por favor. ¡Llévate el carro, pero no me mates!", gritó cuando cuatro sujetos armados lo interceptaron frente a su casa.
El lunes a las 10:30 de la noche, él llegaba a su casa en la calle cinco C de Vista Alegre, frente a la quinta Eneida. Regresaba de dejar a una amiga. Cuando se acomodó para meter el carro en el estacionamiento, cuatro hombres lo rodearon.
Cuando se bajó y comenzó a gritar, uno de ellos le disparó. Un solo tiro fue el que los vecinos aseguran haber escuchado. La bala lo atravesó.
Después de la detonación y de haber escuchado los gritos, la doméstica de la casa salió para saber qué había pasado. Los maleantes al verla, al parecer, se asustaron y huyeron en la machito de color rojo en la que llegaron. Los vecinos, un hermano de David y el personal doméstico fueron los que llevaron a David hasta la clínica Vista Alegre, pero ahí no hubo nada que hacer porque ya había muerto.
Ricardo Sirvent, amigo de toda la vida de David, recordó que el hombre era jefe de productos plásticos del Banco Confederado, "se encargaba de todo lo que tenía que ver con tarjetas de crédito y débito y de puntos de venta", dijo.
David no estaba casado ni tampoco tenía hijos. Vivía allí en Vista Alegre desde hacía cuatro años en un anexo alquilado.
Calles peligrosas Como David, otros dos jóvenes, en 2008, fueron asesinados en esos predios. Según los funcionarios del Cicpc, a esos dos también los mataron porque se resistieron al robo de carros.
Y es que el robo y hurto de carros es de los delitos más frecuentes en las 14 calles que integran la urbanización. Según dan cuenta las denuncias, en una semana se pueden llevar hasta cinco carros de esa zona.
Los policías creen que se trata de dos bandas, una que está formada por cuatro sujetos, que operan durante el día y que andan en dos motos y otra también de cuatro hombres pero que llegan en carros.
Ellos se pasean por las calles de la urbanización y al azar escogen a sus víctimas.
Pero, además, explican algunos moradores, en la calle Uslar, justo a la altura del Banco de Venezuela, a diario se produce un asalto.
Los moradores se procuraron hasta hace dos años vigilancia privada, pero el costo era muy alto y muchos dejaron de pagar. Desde entonces ya no hay quien los cuide, porque ni la policía hace recorridos por la zona.
"Yo vivo encerrada en mi casa. Cuando me quedo sola, pongo candados por todos lados... No sé qué está pasando. Vivo aquí desde 1968 y nunca había presenciado algo como lo del lunes... Aquí ya no podemos vivir", dijo Nelia de Cova.
El lunes a las 10:30 de la noche, él llegaba a su casa en la calle cinco C de Vista Alegre, frente a la quinta Eneida. Regresaba de dejar a una amiga. Cuando se acomodó para meter el carro en el estacionamiento, cuatro hombres lo rodearon.
Cuando se bajó y comenzó a gritar, uno de ellos le disparó. Un solo tiro fue el que los vecinos aseguran haber escuchado. La bala lo atravesó.
Después de la detonación y de haber escuchado los gritos, la doméstica de la casa salió para saber qué había pasado. Los maleantes al verla, al parecer, se asustaron y huyeron en la machito de color rojo en la que llegaron. Los vecinos, un hermano de David y el personal doméstico fueron los que llevaron a David hasta la clínica Vista Alegre, pero ahí no hubo nada que hacer porque ya había muerto.
Ricardo Sirvent, amigo de toda la vida de David, recordó que el hombre era jefe de productos plásticos del Banco Confederado, "se encargaba de todo lo que tenía que ver con tarjetas de crédito y débito y de puntos de venta", dijo.
David no estaba casado ni tampoco tenía hijos. Vivía allí en Vista Alegre desde hacía cuatro años en un anexo alquilado.
Calles peligrosas Como David, otros dos jóvenes, en 2008, fueron asesinados en esos predios. Según los funcionarios del Cicpc, a esos dos también los mataron porque se resistieron al robo de carros.
Y es que el robo y hurto de carros es de los delitos más frecuentes en las 14 calles que integran la urbanización. Según dan cuenta las denuncias, en una semana se pueden llevar hasta cinco carros de esa zona.
Los policías creen que se trata de dos bandas, una que está formada por cuatro sujetos, que operan durante el día y que andan en dos motos y otra también de cuatro hombres pero que llegan en carros.
Ellos se pasean por las calles de la urbanización y al azar escogen a sus víctimas.
Pero, además, explican algunos moradores, en la calle Uslar, justo a la altura del Banco de Venezuela, a diario se produce un asalto.
Los moradores se procuraron hasta hace dos años vigilancia privada, pero el costo era muy alto y muchos dejaron de pagar. Desde entonces ya no hay quien los cuide, porque ni la policía hace recorridos por la zona.
"Yo vivo encerrada en mi casa. Cuando me quedo sola, pongo candados por todos lados... No sé qué está pasando. Vivo aquí desde 1968 y nunca había presenciado algo como lo del lunes... Aquí ya no podemos vivir", dijo Nelia de Cova.
María Isoliett Iglesias
EL UNIVERSAL
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