Reportes policiales señalan a 30 uniformados muertos y 65 heridos
Los deudos de los policías asesinados en la capital los caracteriza una singular coincidencia porque a las puertas de la medicatura forense solicitan a las autoridades "mano contra la delincuencia".
Las viudas y los parientes de los funcionarios muertos concuerdan también en lamentar la violencia y el ensañamiento demostrado por los criminales una vez que se enteraran que su víctima es un policía. Los reportes que manejan los distintos organismos policiales que operan en Caracas refieren que 30 uniformados han sido asesinados y otros 63 han resultado heridos. Las cifras no incluyen a funcionarios de la Disip, del Cicpc, de la GN y de la Dirección de Inteligencia Militar, pues al consolidarse la data indica que la delincuencia ha causado 107 bajas a los organismos de seguridad.
Los compañeros de los funcionarios muertos aprovechan los melancólicos actos para quejarse de los sueldos y del estado de indefensión en que se encuentran. Señalan que debido a trámites burocráticos los desamparados familiares pasan hasta diez años para cobrar la pensión. Reprochan igualmente los ascensos postmortem porque los consideran un formalismo que no alivia para nada el dolor de los deudos.
"Trabajamos con una vieja pistola y andamos con los uniformes rotos. Desde hace más de cuatro años dejaron de entregar la dotación. Tenemos que comprar hasta las balas", dijo un sargento de la PM que prefirió guardar el anonimato.
El funcionario recordó que hace dos semanas tuvo que acudir a un dramático llamado que realizaban sus compañeros porque un delincuente ebrio aprovechó la noche de Halloween para atacar a una alcabala del operativo Caracas Segura. En el sitio fue acribillado el Distinguido Billy Joel Sánchez. Otros dos agentes resultaron heridos tras ocultarse detrás de un quiosco. El antisocial cayó abatido en medio de la refriega. Portaba una pistola Glock con selector de tiro y un cargador extralargo.
Los funcionarios también recuerdan con dolor la forma en que asesinaron al Distinguido Luis Manuel Laya Torres el pasado 12 de mayo en la parte alta del sector El Cementerio. Los osados criminales dejaron sobre la espalda del policía su chapa y además perforaron con un proyectil el Código de Conducta Policial.
Los organismos de seguridad realizaron una redada en la zona en busca de los antisociales, pero a la mañana siguiente los llamaron de nuevo para reportar la muerte de otro funcionario: Deivis Saúl Briceño Romero, quien laboraba para la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip).
"Ellos padecen mucho por salvar las vidas de los demás. Alguien tiene que hacer ese trabajo aunque después sus hijos queden huérfanos", Dijo Yaneth Valero, esposa del cabo primero Edwar Marcano Aparicio, quien fue asesinado a las puertas de su casa cuando llevaba a sus dos hijos al colegio.
Sus compañeros solicitan la designación de un fiscal especial para investigar los casos de policías asesinados porque la mayoría están sin resolver.
Las viudas y los parientes de los funcionarios muertos concuerdan también en lamentar la violencia y el ensañamiento demostrado por los criminales una vez que se enteraran que su víctima es un policía. Los reportes que manejan los distintos organismos policiales que operan en Caracas refieren que 30 uniformados han sido asesinados y otros 63 han resultado heridos. Las cifras no incluyen a funcionarios de la Disip, del Cicpc, de la GN y de la Dirección de Inteligencia Militar, pues al consolidarse la data indica que la delincuencia ha causado 107 bajas a los organismos de seguridad.
Los compañeros de los funcionarios muertos aprovechan los melancólicos actos para quejarse de los sueldos y del estado de indefensión en que se encuentran. Señalan que debido a trámites burocráticos los desamparados familiares pasan hasta diez años para cobrar la pensión. Reprochan igualmente los ascensos postmortem porque los consideran un formalismo que no alivia para nada el dolor de los deudos.
"Trabajamos con una vieja pistola y andamos con los uniformes rotos. Desde hace más de cuatro años dejaron de entregar la dotación. Tenemos que comprar hasta las balas", dijo un sargento de la PM que prefirió guardar el anonimato.
El funcionario recordó que hace dos semanas tuvo que acudir a un dramático llamado que realizaban sus compañeros porque un delincuente ebrio aprovechó la noche de Halloween para atacar a una alcabala del operativo Caracas Segura. En el sitio fue acribillado el Distinguido Billy Joel Sánchez. Otros dos agentes resultaron heridos tras ocultarse detrás de un quiosco. El antisocial cayó abatido en medio de la refriega. Portaba una pistola Glock con selector de tiro y un cargador extralargo.
Los funcionarios también recuerdan con dolor la forma en que asesinaron al Distinguido Luis Manuel Laya Torres el pasado 12 de mayo en la parte alta del sector El Cementerio. Los osados criminales dejaron sobre la espalda del policía su chapa y además perforaron con un proyectil el Código de Conducta Policial.
Los organismos de seguridad realizaron una redada en la zona en busca de los antisociales, pero a la mañana siguiente los llamaron de nuevo para reportar la muerte de otro funcionario: Deivis Saúl Briceño Romero, quien laboraba para la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (Disip).
"Ellos padecen mucho por salvar las vidas de los demás. Alguien tiene que hacer ese trabajo aunque después sus hijos queden huérfanos", Dijo Yaneth Valero, esposa del cabo primero Edwar Marcano Aparicio, quien fue asesinado a las puertas de su casa cuando llevaba a sus dos hijos al colegio.
Sus compañeros solicitan la designación de un fiscal especial para investigar los casos de policías asesinados porque la mayoría están sin resolver.
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