De viernes a domingo se reportaron 26 homicidios en Caracas, según Cicpc
Los deudos lloraban desconsolados en la morgue de Bello Monte mientras esperaban el cuerpo (Fernando Sánchez)
La detonación sonó fuerte. Pero el ruido se interrumpió inmediatamente, con el estallido del vidrio de la ventana del piloto y con los gritos de los dos pequeños, que despavoridos se bajaron de la parte de atrás del auto para correr hasta donde estaba el amigo que recién dejaban en su casa para decirle aterrados: "A mi tío le acaban de disparar", repetían al mismo tiempo los pequeños, de cinco y siete años.
Adentro del Toyota Corolla de color gris y año 2007 se había desvanecido, con un tiro en la cabeza, Gilberto Jesús Peña Márquez, un muchacho de 23 años que a las 11:30 de la noche se había detenido en la esquina de Canónigos, en Altagracia, a dejar a un amigo en su casa.
Llegaban de una fiesta que desde temprano se celebraba en la casa de la novia de Gilberto, en Candelaria. Llevó a su amigo porque vivía muy cerca y luego llegaría hasta su casa en San Bernardino, donde vivía con sus padres y en donde se estaban quedando los niños por unos días, pues su hermana estaba de viaje.
Cuando se detuvo frente al edificio donde vive su amigo, una pareja de motorizados lo alcanzó y se detuvo un poco más adelante de la puerta del piloto. Uno de los dos -se presume fue el parrillero- sacó el arma y sin pronunciar algún requerimiento específico disparó a la ventana. Uno de ellos, luego de ver lo que había ocurrido, espetó sorprendido a su cómplice: "¡Lo mataste!", y de inmediato arrancaron la Vespa donde llegaron y huyeron.
Según recordó el hermano mayor de Gilberto, Abad Humberto Peña Márquez, el muchacho de 23 años era contador, graduado hacía unos meses y trabajaba como asistente del gerente que regenta el Departamento de Bienes Adjudicados del Seniat, de la sucursal que funciona en Plaza Venezuela. "Nosotros lo que queremos es justicia. Acá lo que hace falta es empleo y buenos sueldos, para que no salgan a robar", dijo Abad.
Gilberto fue de los 26 caraqueños que murieron en Caracas desde las 8:00 a.m. del viernes hasta la misma hora del domingo, todos víctimas de la criminalidad según fuentes del Cicpc.
Adentro del Toyota Corolla de color gris y año 2007 se había desvanecido, con un tiro en la cabeza, Gilberto Jesús Peña Márquez, un muchacho de 23 años que a las 11:30 de la noche se había detenido en la esquina de Canónigos, en Altagracia, a dejar a un amigo en su casa.
Llegaban de una fiesta que desde temprano se celebraba en la casa de la novia de Gilberto, en Candelaria. Llevó a su amigo porque vivía muy cerca y luego llegaría hasta su casa en San Bernardino, donde vivía con sus padres y en donde se estaban quedando los niños por unos días, pues su hermana estaba de viaje.
Cuando se detuvo frente al edificio donde vive su amigo, una pareja de motorizados lo alcanzó y se detuvo un poco más adelante de la puerta del piloto. Uno de los dos -se presume fue el parrillero- sacó el arma y sin pronunciar algún requerimiento específico disparó a la ventana. Uno de ellos, luego de ver lo que había ocurrido, espetó sorprendido a su cómplice: "¡Lo mataste!", y de inmediato arrancaron la Vespa donde llegaron y huyeron.
Según recordó el hermano mayor de Gilberto, Abad Humberto Peña Márquez, el muchacho de 23 años era contador, graduado hacía unos meses y trabajaba como asistente del gerente que regenta el Departamento de Bienes Adjudicados del Seniat, de la sucursal que funciona en Plaza Venezuela. "Nosotros lo que queremos es justicia. Acá lo que hace falta es empleo y buenos sueldos, para que no salgan a robar", dijo Abad.
Gilberto fue de los 26 caraqueños que murieron en Caracas desde las 8:00 a.m. del viernes hasta la misma hora del domingo, todos víctimas de la criminalidad según fuentes del Cicpc.
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