domingo, 23 de noviembre de 2008

La droga de Las Cañas llegaba desde Suramérica en avión dentro de paquetes postales

La droga de Las Cañas llegaba desde Suramérica en avión dentro de paquetes postales

La Audiencia enjuiciará en breve a los 40 imputados por narcotráfico y blanqueo de capitales

Enero de 2008. Los rayos x atraviesan un paquete postal. En su interior, una cantidad de droga inferior al medio kilo. Su destino, el punto de menudeo de estupefacientes más importante de la Comunitat y de buena parte de España, la zona conocida como Las Cañas de Valencia. En el exterior del paquete postal, uno de los extremos del hilo para desenredar la madeja delictiva: la procedencia del envío. La maraña se extendía a países tan dispares como Argentina, Alemania, India, Brasil o Ecuador.

La otra punta del ovillo del narcotráfico apuntó directamente al corazón de la organización del menudeo en Las Cañas. El paquete siguió su curso. La policía hizo como si no se hubiese enterado. Sólo tuvo que mantener vigilado el envío. Y dos ciudadanos ghaneses, supuestos cabecillas de la organización, cayeron en sus redes.

Sus novias, dos jóvenes, eran las presunta encargadas de blanquear el dinero. Ninguna de ellas pudo justificar las abultadas cartillas bancarias que poseían, repletas del dinero supuestamente procedente del mercadeo con papelinas y muerte. En ambas libretas se ingresaban todas las ganancias de la banda.

El pasado mes de enero fue la fecha en las que unas diligencias de investigación iniciadas por el fiscal antidroga de la Comunitat Valenciana, Luis Sanz, marcaban el comienzo del fin de Las Cañas. Los paquetes postales (e incluso mulas, personas que viajaban con las dosis ocultas) supusieron la primera pista.

El tiro de gracia al punto de narcotráfico llegó en abril, cuando una macroredada de la Policía Nacional y Local supuso la puntilla para el lugar. Siete meses después, la zona situada entre Campanar, Paterna y Mislata sigue vacía de camellos y la instrucción del caso está a punto de cerrarse.


Cerca de la calificación
El juzgado está cerca del momento de pedir a las partes que confeccionen el escrito de calificación (informe en el que se pide la pena para los procesados) y dicte el auto de apertura de juicio oral. En cuestión de meses, el caso quedará en manos de la Audiencia.

La cifra inicial de 35 arrestados ha alcanzado casi ya el medio centenar de imputados. Y es que, tras la detención de los cabecillas de la red y de los traficantes, la Fiscalía Antidroga de Valencia inició la investigación de todos los bienes y cuentas bancarias para esclarecer la otra cara del narcotráfico: el blanqueo de un dinero manchado de perdición.

Las mismas fuentes indicaron que la justicia dictó órdenes de ingreso en prisión preventiva para la práctica totalidad de los sospechosos. No obstante, a muchos de ellos se les fijó fianza. La cifra fue pagada y hoy en día esperan el juicio entre rejas los cuatro cabecillas de la organización y algunos de los camellos que operaban en Las Cañas.

El ministerio público llevó a cabo un informe económico sobre este blanqueo que ocupa alrededor de cuatro tomos. Todo el sumario de la investigación está contenido en una voluminosa caja en la que se guardan los diferentes interrogatorios y diligencias practicados por el juzgado encargado del caso.


Prisión preventiva
El grueso del casi medio centenar de sospechosos es de origen africano. Ghana y Nigeria son los dos países de los que provienen la práctica totalidad de supuestos miembros de la organización. No obstante, las dos jóvenes arrestadas como supuestas titulares de las cuentas bancarias encargadas de blanquear los fondos procedentes del tráfico de drogas aseguran ser de Rumanía. Pero su procedencia real es algo que arroja muchas dudas para los investigadores.

Como indicaron fuentes del caso a LAS PROVINCIAS, durante los diferentes interrogatorios realizados a las sospechosas, los encargados del caso pudieron comprobar que estas no respondían ante expresiones comunes del rumano como "buenos días".

Junto a los apresados en la Comunitat Valenciana, otros cinco presuntos narcos fueron detenidos en Alemania, Argentina, India, Brasil o Ecuador. De estos casos se ocupará la justicia de cada uno de los países.

Otro aspecto que se pudo comprobar durante la investigación fue el de las enormes precauciones que tomaba la red internacional para evitar la intervención policial. Así, la Fiscalía Antidroga y los agentes encargados del caso constataron un hecho que se repetía en todos los envíos de estupefaciente. Ya fuera en paquetes postales, adherida al cuerpo de las mulas o en el interior de sus organismos, la droga nunca superaba el medio kilo. La red minimizaba así las pérdidas en caso de ser descubierto su modo de transporte.

Los paquetes postales llegaban tanto a través del aeropuerto de Manises como mediante los servicios de empresas de mensajería internacional si el alijo procedía de Alemania.

Las ramificaciones de Las Cañas no se hallaron únicamente en los cinco países en los que se desarticularon puntos de envío de la droga. El mismo 8 de abril, cuando la operación desplegada por la Policía Nacional, Local e Interpol se vio culminada en la zona de huertas de Campanar, los investigadores comprobaron cómo hasta Valencia llegaban vehículos -no precisamente destartalados- de otras provincias como Cuenca o Albacete.

"No se puede tolerar un foco de venta de estupefaciente tan arraigado", fueron las palabras del fiscal Sanz durante la rueda de prensa ofrecida junto a los jefes superior de la Policía Nacional y Local. El propio máximo responsable de la lucha antidroga del ministerio público estuvo presente en la redada, con chaleco de policía incluido.


Una década de vergüenza
La operación no deparó cifras espectaculares de droga intervenida. Apenas se confiscaron 16 kilos de estupefaciente, entre coca y heroína, así como un centenar de pastillas de éxtasis. Pero no era este el objetivo de la investigación. El fin último era acabar con una década en la que la tierra de nadie situada entre Campanar, Mislata y Paterna fue escenario de delincuencia, adicciones y hasta crímenes.

No menos importante que la actuación policial fue la intervención del Ayuntamiento. Los servicios municipales se afanaron en la limpieza de la maleza de las cañas y, sobre todo, de taponar las acequias. Dichas tuberías eran los escondrijos habitualmente utilizados por los traficantes africanos para eludir ser detenidos por la policía.

Muchos de estos conductos se distribuían bajo tierra a lo largo de varios kilómetros y permitían a los narcos introducirse por una entrada situada en el término municipal de Valencia y salir a la superficie de nuevo en Mislata o Paterna, evitando así la acción de las Fuerzas de Seguridad. Tras iniciarse el comienzo del fin de Las Cañas en enero, con las diligencias de investigación ordenadas por la Fiscalía de Valencia, el hostigamiento a los traficantes por parte de la Policía Nacional y Local fue en aumento. Así, desde noviembre de 2007 y hasta el pasado mes de abril, la intervención de los agentes supuso el arresto de 250 personas por delitos contra la salud pública e infracción de la ley de extranjería. Además, se denunció a medio millar de individuos a los que se sorprendió con estupefacientes en su poder.

Tras el ocaso de Las Cañas, el temor de los especialistas en la lucha contra el narcotráfico fue que se disparara el precio de la dosis de droga. Ello podría haber conllevado un aumento de la delincuencia, al necesitar los toxicómanos más dinero para calmar su mono. Por fortuna, no parece haber sido así. Los índices delictivos, al menos en los barrios circundantes al punto de menudeo, se han reducido en los últimos meses. Y el estupefaciente sigue costando lo mismo. "Lamentablemente Valencia no va a quedar desabastecida porque la droga sigue entrando por otros puntos", acertó en su pronóstico el fiscal Sanz.

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