lunes, 20 de octubre de 2008

VENEZUELA. Asesinan a conductor de camión de carga para robarlo

En Caracas, de viernes a domingo se registraron 22 homicidios

El homicida tomó el celular de su víctima y llamó a la familia para avisar que el hombre que manejaba un camión 350, tipo cava, había muerto.

Sin revelar lo que en realidad había pasado, dijo que el hombre permanecía moribundo dentro de su vehículo en algún punto de la carretera vieja Caracas- Los Teques. Ante la insistencia de la hija de la víctima, el homicida, sin revelar que lo era, le explicó que había ocurrido un accidente de tránsito y que a eso se debía el mal estado de José Manuel Arias, de 61 años.

Pero cuando Brigitte Arias llegó al sector Río Cristal de la carretera vieja Caracas-Los Teques, y vio lo que había pasado se dio cuenta que lo que le había dicho el hombre que desde el celular de su papá los llamó, era mentira. A José Manuel lo habían asesinado, un tiro que rebotó en el marco de la ventana, lo atravesó.

Según le contaron a Brigitte, una pareja de motorizados intentó asaltarlo. Creían, estima la mujer, que el camión iba cargado de mercancía. Y es que hasta el candado de la cava fue violentado, pero adentro no encontraron nada.

Al conductor del camión lo interceptaron justo a la altura de Mini-Bruno. Malherido, logró conducir 800 metro más, hasta llegar al sector Río Cristal. Allí ya no pudo más y murió. Lo encontraron desvanecido a lo largo de todo el asiento.

José Manuel intentaba llegar a su casa en Los Teques. Su hija no se explicaba por qué había decidido hacerlo por la carretera vieja, si casi nunca lo hacía.

José Manuel, recordó Brigi-tte, tenía un camión de carga desde hacía 10 años. Desde entonces le hacía la distribución de mercancía a la Rolda y además ofrecía mudanzas en sus ratos libres.

Las últimas horas con vida
El viernes hizo una mudanza. La cliente, lo contactó el sábado en la mañana otra vez y él salió. A las dos de la tarde regresó a su casa, almorzó y se acostó a dormir porque, según le había explicado él a Brigitte, estaba muy cansado por el trabajo. Pasadas las cinco de la tarde, ese cliente lo volvió a contactar y le pidió otro servicio. A las 6:05 pm bajó de nuevo hasta Caracas... "y ya no volvió más", dijo Brigitte ya, con el llanto descontrolado.

Fue a las 10:42 pm cuando el homicida la llamó para avisarle que su padre había tenido un supuesto accidente. "Hoy todavía el homicida contesta el teléfono de mi papá. Pero no habla, como identifica que somos alguno de nosotros, no nos responde", dijo con los ojos cansados de llorar.

Consecuencias de la violencia
José Manuel fue uno de los 22 caraqueños que perdieron la vida en la ciudad víctimas de la criminalidad, desde las 8:00 de la mañana del viernes, hasta la misma hora del domingo. Eso, según el número de ingresos registrados en la Dirección de Ciencias Forenses del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas.

Se conoció además que sólo una furgoneta prestó servicio durante el fin de semana, las otras tres estaban accidentadas. Por eso, hasta las 11:35 de la mañana, varias morgues de los hospitales estaban colapsadas.

Desesperados, por esperar más de 12 horas a que llegaran los funcionarios a levantar un cadáver, llegó un grupo con su muerto a cuestas. Ellos no quisieron ofrecer declaraciones para especificar qué había ocurrido, ni dónde... se asustaron cuando un funcionario de la Policía Metropolitana se les acercó a decirles que debían irse y regresarse al sitio donde había ocurrido aquello, pues era ilegal que ellos llevaran el cadáver por su cuenta.

Conocía al enemigo
A las ocho de la mañana del sábado, acribillaron a Alfredo Mendoza, joven de 19 años. Su hermanita menor, una pequeña de cuatro años, escuchó cuando lo mataron. Alfredo y su hermana regresaban de comprar unas empanadas para el desayuno. Él la acompañó hasta las escaleras, que dispuestas en la avenida Principal de Gramovén en Catia, dan acceso hasta la casa. Él se quedaría a esperar a que la niña subiera para luego irse a su trabajo, en el autolavado que está en la parte de atrás del Centro Comercial Sambil. Allí era ayudante desde hacía cinco meses.

Cuando recién comenzaba a subir la niña, varios jóvenes de la zona lo rodearon y lo acribillaron. Ese, según explicó su padre Luis Mendoza, era el castigo por conocer y tratar a los de la banda rival.

Alfredo era el tercero de ocho hermanos, no estaba casado, tampoco tenía hijos y hasta ese día, el de su muerte, vivió con su mamá y su papá.

Es la primera vez que la familia vive un hecho como ese. "Esto ya es una guerra", concluyó Luis, con el desconcierto estampado en el rostro, ese con el que llegan a la morgue de Bello Monte, quienes por primera vez pierden a un ser querido a tiros.

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