En lo que va de año han hallado ocho cuerpos sin vida debajo del puente

El vigilante Antonio Mitamba asegura que los delincuentes utilizan el viaducto como sitio de liberación de cadáveres (Fernando Sánchez)
El vigilante Antonio Mitamba, quien labora debajo del viaducto Caracas-Guarenas, atribuye a los altos índices de inseguridad que con frecuencia los muertos le caigan del cielo, y no desea acostumbrarse.
"Lo que pasa es que estoy muy necesitado. Tengo siete hijos que mantener y debo trabajar aquí cuidando estas cosas", dijo el guachimán. La pasada semana tuvo que declarar como testigo por el hallazgo de una osamenta, y en marzo por poco lo meten preso por encontrar el cadáver del coordinador de Mercal Freddy Díaz Marcano.
"En realidad el que encontró a ese muerto fue Rocky, mi perro, que comenzó a ladrar poco después de las seis de la mañana. Me asomé y por los malos olores me metí en el monte y lo conseguí", dijo.
Rocky es un astuto canino enrazado con rottweiler que por los azares de la inseguridad ha aprendido a rastrear cadáveres.
El vigilante Mitamba, natural de la población de La Esmeralda en Ecuador, relata que en lo que va de año ha visto, por lo menos, ocho cadáveres que han sido lanzados desde lo alto del viaducto. Asegura que sus antecesores se han marchado cansados de tanto ir a declarar a la policía y a los tribunales penales.
"La verdad es que algunos le tienen miedo a los muertos, pero yo le tengo más miedo es a los vivos y al hambre. Tengo muchas necesidades", acota.
Precisa que en ocasiones personas atribuladas por problemas familiares y económicos deciden suicidarse, pero la mayoría de las veces el hampa asesina a sus víctimas en cualquier sector de la ciudad y utiliza luego el viaducto como un botadero de cadáveres.
"En esa autopista no hay vigilancia y cada quien hace lo que quiere. A veces tiran las cosas que no tienen valor que han robado a la gente. El que caiga desde ahí no se salva porque esto tiene más de 200 metros de profundidad".
Un grupo de antisociales que habitan en un barrio aledaño procura penetrar para hurtar partes y piezas del estacionamiento que custodia Mitamba.
"Ese perro mío está pendiente. Si fuera gente los atajara en el aire. Cuando escucha el golpe sale corriendo y me avisa. A veces Rocky se pelea con otros animales para que no se coman a los muertos. Por eso yo lo alimento con perrarina para que no le coja el gusto a la carne".
Relata que hace algunos meses un grupo armado entró y se llevó unos materiales.
De los ocho cuerpos que han sido recogidos por el Cicpc en lo que va de año se registran dos suicidios.
Los detectives atribuyen el fenómeno a la falta de vigilancia. Sobre los árboles se encuentran prendas de vestir, bolsos y sobre todo carteras.
"Lo que pasa es que estoy muy necesitado. Tengo siete hijos que mantener y debo trabajar aquí cuidando estas cosas", dijo el guachimán. La pasada semana tuvo que declarar como testigo por el hallazgo de una osamenta, y en marzo por poco lo meten preso por encontrar el cadáver del coordinador de Mercal Freddy Díaz Marcano.
"En realidad el que encontró a ese muerto fue Rocky, mi perro, que comenzó a ladrar poco después de las seis de la mañana. Me asomé y por los malos olores me metí en el monte y lo conseguí", dijo.
Rocky es un astuto canino enrazado con rottweiler que por los azares de la inseguridad ha aprendido a rastrear cadáveres.
El vigilante Mitamba, natural de la población de La Esmeralda en Ecuador, relata que en lo que va de año ha visto, por lo menos, ocho cadáveres que han sido lanzados desde lo alto del viaducto. Asegura que sus antecesores se han marchado cansados de tanto ir a declarar a la policía y a los tribunales penales.
"La verdad es que algunos le tienen miedo a los muertos, pero yo le tengo más miedo es a los vivos y al hambre. Tengo muchas necesidades", acota.
Precisa que en ocasiones personas atribuladas por problemas familiares y económicos deciden suicidarse, pero la mayoría de las veces el hampa asesina a sus víctimas en cualquier sector de la ciudad y utiliza luego el viaducto como un botadero de cadáveres.
"En esa autopista no hay vigilancia y cada quien hace lo que quiere. A veces tiran las cosas que no tienen valor que han robado a la gente. El que caiga desde ahí no se salva porque esto tiene más de 200 metros de profundidad".
Un grupo de antisociales que habitan en un barrio aledaño procura penetrar para hurtar partes y piezas del estacionamiento que custodia Mitamba.
"Ese perro mío está pendiente. Si fuera gente los atajara en el aire. Cuando escucha el golpe sale corriendo y me avisa. A veces Rocky se pelea con otros animales para que no se coman a los muertos. Por eso yo lo alimento con perrarina para que no le coja el gusto a la carne".
Relata que hace algunos meses un grupo armado entró y se llevó unos materiales.
De los ocho cuerpos que han sido recogidos por el Cicpc en lo que va de año se registran dos suicidios.
Los detectives atribuyen el fenómeno a la falta de vigilancia. Sobre los árboles se encuentran prendas de vestir, bolsos y sobre todo carteras.
Gustavo Rodríguez
EL UNIVERSAL
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