domingo, 28 de junio de 2009

VENEZUELA. Roban disfrazados de empleados de empresas de servicio


Según fuentes policiales, desde abril se han denunciado 32 casos

Las denuncias señala a personas que se disfrazan de empleados, quienes dañan los teléfonos antes para poder ingresar (Cortesía)


Los dos ladrones llegaron ataviados con uniformes de la Cantv y cargaban con el equipo que los técnicos llevan siempre que se disponen a componer alguna avería telefónica, cuando la empresa los envía. Por eso no levantaron sospecha alguna.

Cuando tocaron la puerta, de inmediato anunciaron, tal y como se supo por fuentes policiales lo habían hecho 31 veces antes, que llegaban para reparar la avería que tenía la línea. Y aunque nadie hubiese reportado el daño, al constatar que en efecto el teléfono no funcionaba, los dejaban entrar.

María de los Ángeles Pérez fue de las incautas que confió en los dos jóvenes que uniformados como empleados de la Cantv llegaron hasta la puerta de su apartamento. Les abrió la puerta confiada. Cuando estuvieron adentro y con las puertas cerradas, a ella y a su hermana las amarraron con trenzas de zapatos, las amordazaron y les pidieron que se mantuvieran tranquilas. Luego llamaron, según cita la denuncia, a cuatro cómplices más. Entre todos cargaron con los electrodomésticos de valor, con las computadoras, teléfonos celulares, dinero en efectivo y las joyas.

Con el botín cargaron y se fueron, sin despertar mayores sospechas. Y es que previamente saben la hora en que hay menos afluencia de personas en las residencias donde atracan.

Antes del robo, dos de los seis integrantes de la banda llegan hasta el edificio y piden al conserje que los deje pasar para revisar el cajetín de las líneas. Incauto, da la autorización. Es en ese momento cuando dañan la línea del apartamento que, aleatoriamente, van a robar. Casi todos son penthouses.

Según se pudo conocer 32 son las denuncias que figuran desde abril. Pero los investigadores creen que pueden ser muchas más. Aún no tienen información sobre los integrantes de la banda. No saben si son impostores o verdaderos empleados.

Intentan hacer retratos hablados con las personas que han sido afectadas directamente para comenzar a buscar a los responsables. María de los Ángeles no es el nombre real de esa afectada, le dio miedo ofrecer el suyo propio. Pero su testimonio es el mismo en las 32 denuncias que han llegado al Cicpc desde San Bernardino, Candelaria y Prados del Este.

María Isoliett Iglesias
EL UNIVERSAL

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