viernes, 1 de mayo de 2009

Detenido un matrimonio chino por explotar a siete compatriotas


La Policía ha detenido a un matrimonio chino que presuntamente explotaba a siete compatriotas suyos -que se encontraban en España en situación irregular- en una lavandería industrial de Madrid, donde vivían en condiciones precarias y trabajaban unas 15 horas diarias, seis días a la semana.

Según han informado fuentes de la Jefatura Superior de Policía, el negocio de los detenidos estaba dedicado al lavado y planchado de ropa y era objeto de vigilancia por la Brigada Provincial de Extranjería y Documentación, ante la sospecha de presunta contratación de mano de obra ilegal.

Los agentes averiguaron que la actividad de la lavandería era continua las 24 horas del día y que no se veía entrar ni salir a los trabajadores al principio ni al final de la jornada, por lo que sospecharon que dormían dentro de la nave industrial.

Además, durante el día las puertas de la lavandería permanecían abiertas, lo que permitió a la policía comprobar que en el interior había varias personas de origen asiático trabajando.

Por la noche, las luces seguían encendidas y desde el exterior se escuchaba el ruido de las maquinas en funcionamiento.

Los agentes, junto con inspectores de Trabajo de la Comunidad de Madrid, realizaron una inspección en la lavandería y arrestaron a siete ciudadanos de origen asiático en situación irregular.

La Policía comprobó que los trabajadores vivían en precarias condiciones en la nave industrial, que tenía dos plantas de altura y albergaba en el piso de abajo una pequeña cocina y un baño, en condiciones higiénicas lamentables, en el que los empleados se preparaban su comida.

Otra zona más amplía, la destinada a la actividad empresarial, estaba repleta de lavadoras y de planchas, mientras que en el piso superior había dos habitaciones, con dos literas cada una, un baño muy reducido y ocho camas amontonadas, donde dormían las víctimas.

En la escalera de acceso a la planta primera se almacenaba gran cantidad de chatarra y basura, acumulada entre las literas, que hacía prácticamente inhabitable el lugar.

Según fuentes policiales, los empleados de la lavandería trabajaban una media de 15 horas diarias -los hombres hasta 17-, seis días a la semana, por lo que recibían un salario de 500 euros mensuales.

Además, podían pernoctar en la planta superior de la nave, hacinados en literas, y utilizar una estancia para cocinar los alimentos que les proporcionaban los propios empresarios.

Los trabajadores han manifestado a los agentes las condiciones de semiesclavitud a las que se veían sometidos por los dueños de la empresa, que contaban con incluso con una cámara de vigilancia para controlarles.

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