- Francisco Bajo Ojeda es considerado como autor de un delito consumado de abuso de autoridad con trato degradante a un inferior.
- Llegó a tocarle los muslos en el bar del acuartelamiento.
- La sentencia condena al Estado, como responsable civil subsidiario, a indemnizar con 4.000 euros a la víctima.
El Tribunal Militar Central ha condenado a un año de cárcel al coronel de Infantería Francisco Bajo Ojeda como autor de un delito consumado de abuso de autoridad en su modalidad de trato degradante a un inferior, la teniente médico, E.R.G., del Regimiento de Munguía (Vizcaya) quien le demandó por acoso sexual.
El fallo del Tribunal considera probados y consumados los hechos denunciados por la teniente médico, quien denunció que fue sometida a una constante presión y acoso por parte del coronel Bajo quien, según su declaración en el juicio, le dirigió distintas insinuaciones de carácter sexual y llegó a tocarle los muslos en el bar del acuartelamiento.
Asimismo, la sentencia condena al Estado, como responsable civil subsidiario, a indemnizar con 4.000 euros a la víctima. El Abogado del Estado ha anunciado que presentará recurso de casación ante la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo.
Situación grave
Los hechos se remontan al año 2004, cuando el entonces teniente coronel tuvo, según la sentencia, hasta siete actuaciones realmente vejatorias contra la dignidad personal y la integridad moral de la teniente médico. Considera que el coronel sometió a la teniente durante casi dos años a un trato "denigrante, humillante y envilecedor", que "rebasó con creces el mínimo de gravedad exigible" para ser condenado.
Asimismo indica que de las siete actuaciones del coronel Bajo, cuatro tienen "una innegable relación con la condición de mujer de la oficial ofendida y una indiscutible connotación sexual". Según el testimonio de la teniente médico, el acoso comenzó nada más llegar al regimiento, durante su presentación al coronel Bajo quien, tras conversar durante más de media hora, se acercó y le dijo que olía muy bien y le preguntó qué perfume usaba y, ante su expresión de extrañeza, añadió: "No pongas esa cara, que es para decírselo a mis mujeres".
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