- La Policía Local fue la que abatió a tiros al fallecido, con numerosos antecedentes
- El otro delincuente se debate entre la vida y la muerte en el Hospital General de Alicante
Imagen del atracador en el instante en que recibe los disparos de la policía que acaban con su vida.
PETRER (ALICANTE).- El hombre de 44 años que falleció el miércoles en Petrer tras atracar una caja de ahorros y retener a unas 15 personas fue abatido por disparos de la Policía Local, y no por la Nacional, como se pensó en un principio.
En su huida, el atracador hirió a un policía nacional en la boca y la pierna, pero fueron los agentes locales de Petrer los que salieron en su persecución mientras el asaltante disparaba. Tras una carrera de unos 200 metros en la que intentó herir a los agentes, se desplomó bajo la lluvia de disparos de la Policía Local.
Su cómplice sigue ingresado en estado grave en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) del Hospital General de Alicante, al igual que el agente herido, que permanece en el de Sant Joan.
Este es el trágico balance de un robo en el que los atracadores apenas consiguieron sacar del banco 7.000 euros durante unos pocos minutos, ya que no lograron abrir la caja fuerte y tuvieron que conformarse con lo que había en la oficina.
Los dos atracadores, un español y un argentino, eran viejos conocidos de las fuerzas de seguridad con un amplio historial delictivo. Arrastraban una interminable lista de antecedentes policiales, algunos por robos similares, y la Policía investiga ahora si tienen relación con otros asaltos perpetrados en entidades de toda la provincia durante los últimos meses.
Uno de ellos, el que está herido, usaba hasta cinco identidades distintas, por eso es difícil precisar su verdadera edad, ya que en su ficha se dice que tiene 68 años, pero esta cifra podría no corresponderse con la realidad.
Además, al fallecido se le intervino una placa falsa de la Guardia Civil, por lo que los investigadores especulan con la posibilidad de que se hubiera hecho pasar por agente del Instituto Armado en algún otro golpe.
Los agentes requisaron también un Ford Focus de color oscuro en cuyo interior encontraron pasamontañas y caretas para ocultar el rostro. Los asaltantes también tenían en su poder abundante munición. En sus correrías a lo largo y ancho de la provincia, los dos atracadores utilizaban sendas pistolas: una Colt del calibre 45 y una Astra de 9 milímetros.
Esta vez, ni sus disfraces ni las armas de fuego les sirvieron de nada ante el cerco policial que se encontraron al cruzar la puerta del banco en el que irrumpieron con el objetivo de hacerse con la caja fuerte. En su interior retuvieron a quince personas y agredieron al director de la entidad, quien se negó a abrir la caja fuerte.
Una vez en el exterior de la sucursal bancaria, los agentes de la Policía Local empezaron a disparar, pero uno de ellos cayó herido, mientras que el otro regresó al interior de la entidad y cogió a un cliente como rehén.
El delincuente emprendió una carrera a la desesperada en la que el secuestrado logró zafarse, y se enzarzó en una refriega con la Policía Local que acabó costándole la vida. La batalla campal dejó tras de sí más de 30 casquillos de bala.
El suceso provocó un auténtico revuelo en el municipio y desató el pánico tanto entre los vecinos que contemplaron la escena como entre los rehenes a los que, previamente, habían retenido en el interior del banco. El atracador murió en el acto mientras que su cómplice se debate entre la vida y la muerte en el Hospital General de Alicante.
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